sábado, 16 de enero de 2016

El espejo sin reflejo

Dice la charlatanería popular de los más viejos, que alguna vez existió un espejo en el último piso de un gran edificio. Este espejo vio morir masacradas a más de treinta personas en un acto violento en el que individuos armados con pistolas, cuchillos y machetes tiñeron con sangre y lágrimas la suave alfombra de terciopelo.

Ocurrió una noche como cualquiera, el último piso del gran edificio era aquel donde se guardaba el efectivo de la empresa. Entrada la madrugada, y en fin de mes, los de contabilidad seguían cerrando cuentas para poder enviar el dinero al banco. Por la puerta principal del edificio, ayudados por las personas de seguridad interna, entraron ocho hombres armados y preparados para la matanza. Al primero que vieron lo llenaron de plomo, luego a los demás los arrinconaron junto al gran espejo del final del pasillo. Uno a uno los torturaron. A los hombres los despellejaron, les sacaron los ojos y les cortaron sus miembros. A las mujeres las violaron, las penetraron con los cuchillos y les arrancaron el cabello a jalones.

Ni un solo transeúnte se dio por enterado de los alaridos de dolor y los gritos de auxilio con los que los trabajadores desgarraron sus gargantas. El único testigo, además de los asesinos implicados, fue el gran espejo del último piso.

Poco después el edificio tuvo que ser clausurado puesto que ni siquiera los altos mandos se sentían bien trabajando en ese lugar. Se escuchaban pasos y gritos, repentinas brisas abrían las puertas y helaban los huesos del desafortunado que se atreviera a pasar por el sitio de la masacre. Dicen los más valientes, que osaron volver, que lo más tenebroso era el espejo del final del pasillo. Nadie  podía acercarse a él; a lo lejos se veía el reflejo borroso del cuerpo propio, sin embargo, entre más cerca se estaba del espejo más claramente veían la imagen de su reflejo, una imagen de su cara con la mirada ida, inescrutable y perdida.

Con el pasar de los años y de diferentes empresas que intentaron hacerse con el edificio, resultaron demoliéndolo y creando en honor de las victimas un monumento para que así sus almas descansasen en paz.

Cuentan, que si alguna vez te has mirado en un espejo que te provoque una sensación extraña, como si alguien diferente te estuviera viendo a través de tus propios ojos, y si justo es entrada la madrugada, no debes temer; Te acompañan almas pesarosas que sufrieron indescriptibles tormentos cuyo devenir presencio alguna vez un gran espejo. Es más, dicen que si cierras los ojos puedes oírlos gritar, pero aconsejan que una vez cerrados los parpados no los vuelvas a abrir, podrías verlos mirándote desde el otro lado del espejo