sábado, 10 de septiembre de 2016

Un Café

Que sencillo es el café. Sencillo pero exquisito. Una mezcla de inigualables sabores que terminan en un relámpago de energía, en un nuevo latir, en la muerte de un bostezo. Aquí estaba yo, siendo yo, como siempre. Hablando de lo que me gusta, impensable lo contrario ahora que recapacito. Otro sorbo de café, otro tema banal directo a la basura.

Tal vez un poco de pastel. Claro, ¡el chocolate!, increíble combinación. ¿Qué pasa?... Estas aburrida, lo sé, el ser humano tiende a realizar preguntas estúpidas con obvias respuestas, ¿Será acaso inevitable ser estúpido?

La publicidad en la pared. Vaya parece interesante, funcional para ser un volante. Hmmm a quien engaño, si me lo dieran lo botaría. ¿Y si lo tomará de donde lo dejaron? Tal vez así funcione mejor…

Bueno, al menos se divierte más que yo, le gusta su café, ama su pastelillo. ¿Por qué se me complica tanto divertirme? Otro silencio, este es más incómodo. ¿Qué diferencia un silencio de otro? A veces me encantan, es más, odio cuando las personas no tienen nada que decir y no se quedan callados, ¿Entonces por qué es tan incómodo este en particular? Bueno, qué más da, divagaré mientras la escucho.

Vaya, un tema en común, ¡y me encanta este tema! mi personaje favorito es... ¿No? Que lastima, pensé que le encantaría, al parecer solo quería llevarme de la mano, ¿se me nota? ¿Me ves aburrido? ¿Debo dejar de esforzarme tanto?...

Claro, anécdotas, siempre sirven, además, tengo mucho por hablar y ella por escuchar. Si lo sé, mi vida parece un asco, pero no lo es, en realidad me encanta, me enseña siempre y soy estudiante nato.  
Bueno ahora sonríe, yo no tanto. Lo que cuento es triste. ¿Por qué sonríe entonces?, está alegre en un tema triste, un tema horrendo. Mi vaso se está acabando, la torta ya desapareció.

Bueno, al menos me ha contagiado, ahora reímos, de verdad reímos -La vida no puede ser tan cruel- le digo con una carcajada. No recordaba el pasado, no recordaba cuanto me encanta. El pasado siempre es bueno. Añoro ser pequeño, quizá adolescente, o tener de nuevo veinte. ¿Añoraré tener treinta? Ya lo creo, pero no por ahora. De nuevo estas preguntas estúpidas con respuestas obvias. Es su turno, lo sabe, le he pasado la antorcha, la pelota está en su campo.

Increíble, no lo imaginaba. Vaya, eso de verdad estuvo mal, ¿De dónde salen personas tan crueles? Creo que no debí tratarla mal. Bueno, no fue mi intención, en verdad soy así con todos, no es que la estuviera tratando mal, ¿o sí? Claro, ahora todo tiene sentido, esto no me lo imaginaba, pero entonces, ¿Quién está delante mío? Debo preguntarle.

Lo sabía, soy muy inteligente. Que pedazo de egocéntrico, bueno, también soy ese, y también curioso, ahora si escucharé con detenimiento, pero, ya se está yendo todo el mundo, hmmm creo que lo bueno siempre empieza tarde, o quizá es cuestión de confianza. Si, debe ser la confianza. Esto no puede acabar aquí, debo recurrir al elegante “suelta lengua social”: El licor -Tomémonos una birrita-

Del café a la birra, bueno al menos la Corona si me gusta, el lugar parece acogedor. Que delicia es sentir que se encuentra una pepita de oro cuando solo buscaba cobre. Bueno, ya estamos sentados, anda, cuéntame.

Un sorbo de cerveza, que buena está. Ya empieza a contarme, es gracioso, cuantos pasados no conozco, aunque todos hagan parte del presente de los individuos que me rodean. Otro poco de cerveza, que delicia que este fría y burbujeante. La conversación ha mejorado inimaginablemente ¿Qué es esto? ¿cariño? ¿ternura? Es muy raro, tiene un poco de ambas ¿Tristeza? ¿pena?... ¿Por qué me es tan familiar?

De vuelta otra vez a las preguntas estúpidas: Es empatía. Vamos, termina de contarme, no se te borra la sonrisa desde que empezamos el berrinche hablado. Algo así como una terapia del alma, un descansar del espíritu, o simplemente un momento de paz en el día tan monótono.

Bueno, ahora voy yo. Comienzo a hablar de mí, no es nada difícil, en realidad es muy sencillo ¿Cómo el café? ¡No! Más sencillo, mi vida, mi horrenda vida, es increíble lo feliz que he sido, lo sé ahora que recuerdo los peores momentos, me enorgullecen, me llenan, me hacen ser. Siento como las palabras danzan, giran y vuelven, caen y vuelan. El tono de voz, el ademan de mis manos, mi postura, mi asquerosa rodilla en mi horrenda vida. ¿La felicidad?... Que estúpido. La paz.

Seguimos conversando; no nos damos cuenta, pero ahora estamos desnudos, nos miramos el alma sin prejuicios, nos miramos como somos sin repulsión, nos miramos feos, nos miramos idiotas, nos miramos humanos.

No lo había notado, me agradan los hollitos al final de sus labios, ¿Por qué? Pero que imbécil, debe ser por su sonrisa, me agrada su sonrisa, me agradan sus dientes y sus labios, sus cachetes hinchados y su risilla tímida. Me agrada su alegría porque da movimiento a la mía. Sus ojos son lindos… ¿Qué estoy pensando? ¿Habrá adivinado mi pensamiento? Parece que no. Tengo una máscara impenetrable.
Dejo de escucharla, solo oigo sus palabras. Qué bueno sería besarla. ¿¡Pero que estoy pensando!? Mejor un cigarrillo para calmar la ansiedad. ¿Qué me pasa? ¿Me ha embrujado? Me impresiona mi estupidez, yo me he embrujado solo, es confianza, quiero sellar mis palabras con las suyas, quiero agarrarla de los brazos, no darle escapatoria, quitarle el aliento.

Mejor nos vamos, ya es tarde, incluso me esperan en casa. Se acabó la cerveza, mi cabeza tiene algo raro, mi cuerpo se siente extraño. Bueno, no extraño, en realidad es una sensación habitual, es el licor. ¿Pero y mi cabeza? Mejor acabar de una vez y por todas con esto. Como diría García Márquez, “la he cagado”.

Nos montamos al auto, ella no lo nota, pero para mí ha vuelto a ser incómodo. ¿Debería hacerlo? Mi estupidez no tiene límite, claro que no debo hacerlo. Ya casi en su casa, ¿Cuál será su casa? ¿Llegaremos pronto? Si no lo hago ahora no hay vuelta atrás.

Es el momento, nos vamos a despedir… No soy capaz. Mis labios besan su mejilla, aprieto el beso con fuerza, fuerza de rabia, de impotencia y desesperación. Se abre mi boca, ahora dejo escapar mi estupidez en forma de palabras. Me pregunta acerca de mi estupidez, le digo que no es nada. Se despide y la veo alejarse. Quizá fue lo mejor… quizá no. Quizá vuelva con ella a tomar un café y busque lo que no fui capaz. Quizá encuentre solamente un café.

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